Amanecer sobre el Rio Cumbaza
Amazon Race Forest. La (des)ventaja de escribir una reseña varios meses luego de un evento es que uno se olvida de detalles puntuales, pero tiene tiempo de reflexionar y redondear la experiencia vivida.
Ok, la verdad es que escribir toma tiempo y la flojera está a la orden del día.
Amazon Race Forest se ha posicionado rápidamente como la carrera de Trail Running mas innovadora del Perú. La combinación de turismo y deporte (y barro) ha resonado en la creciente comunidad practicante de las carreras de montaña.
Primero una pequeña lección de geografía: San Roque de Cumbaza se encuentra al norte de Tarapoto, aproximadamente a una hora de distancia y en un terreno montañoso que invita a correr. Bien, eso es todo!.
24 de Noviembre del 2013. 3:00 am. Los somnolientos competidores (me incluyo) se acercan al punto de embarque, algunos ya tomando un ligero desayuno. Se respira en el aire cierta impaciencia. Por mas raro que parezca, mientras mas larga y complicada la carrera, hay mas ese sentimiento de querer el día se acabe ya, de terminar con el trabajo.
A minutos de llegar a San Roque
El amanecer nos mostró un bosque cada vez mas tupido y el clima se tornaba mas húmedo. Teníamos la esperanza que estuviese un poco nublado pero el cielo azul nos anunciaba un día de extremo calor.
Al bajar del bus pudimos ver que había harto barro por todo San Roque…lo que significaba que nos esperaba un día duro en el monte.
Con algo de tiempo hasta la partida la gente se esparció por la plaza, bajo toldos colocados para prepararse para la carrera, a mirar el rio que corría serenamente al costado del pueblo. Nada mejor que un pequeño relax antes de la aventura.
Paseando por el pueblo
Un pequeño retraso en la salida significo una espera ansiosa donde la gente estiraba, revisaba una y otra vez el equipo y aprovechaba para tomar fotos. Entre el tumulto de gente apareció el famoso Lobo Blanco, corredor barefoot local que se preparaba para dar una lección de como corren los machos!. Pronto lo veríamos en acción.
Lobo Blanco antes de patear traseros
Una vez dadas las ultimas indicaciones la carrera partió con mucha velocidad y energía. Salimos por el camino de acceso principal hasta una segunda plaza ubicada a mas altura. Ya desde temprano se sentía la emoción de los pobladores al ver pasar el entusiasta grupo de corredores.
Primera curva en el camino
El comienzo de la primera subida nos devolvió rápidamente a la realidad. La humedad y la temperatura comenzaban a pasar factura. Personalmente no me sentí al 100% (ni siquiera al 50%) por lo que decidí rápidamente que disfrutaría de la experiencia y no trataría de ser competitivo (mentira y mentira..al menos al principio).
Atacando la primera subida
Ascendimos rápidamente y el paisaje se abrió de forma impresionante. Kilómetros y kilómetros de bosque alrededor. Llegamos a un mirador donde no pude aguantar y subí a dar un vistazo.
Espectacular vista desde el mirador
La trocha pasó de ser de tierra compacta húmeda a una extraña combinación de raíces de árbol de base y un colchón de hojas encima (acumulada sin duda a lo largo de muchos años). El correr en esa superficie fue una experiencia única, como un trampolín de muchos kilómetros de largo.
Colchón de hojas
Después de un buen rato llegamos a la primera parte casi plana, donde empezamos a trotar lo que se podía. Estábamos convencidos de estar yendo a un buen paso pero los primeros corredores de 21k nos estaban alcanzando y nos pasaban tan rápido que todas las fotos que tratábamos de tomarles salían movidas!
Primeros puestos de 21k
Después de la humillación llegamos a la piedra Hatun Rumi, un impresionante tobogán natural de roca que se perdía a la distancia. Un paso en falso y…
Al menos te divertirás antes de morir
Seguimos avanzando lentamente (y seguimos siendo pasados por corredores de 21k) hasta que llegamos a otro de los puntos notables de la carrera: el famosísimo “lago seco”, que de seco no tenia nada. Yo creo sinceramente que un niño se hubiese divertido mucho chapoteando mientras que nosotros solo pensábamos en no dejar las zapatillas atracadas en el barro. Créanme! le sucedió a mas de una persona.
Intenten buscar sus zapatillas debajo de ese barro
Luego de unos minutos divisamos a la distancia una cara familiar: Maria Eugenia nos saludaba con una gran sonrisa y con la promesa de que estábamos en el punto mas alto y que todo era de bajada y que todo era felicidad y arcoiris y unicornios mágicos.
La ilusión duraría poco.
“Vamos! desde este punto la carrera prácticamente se corre sola!”
La primera sección de bajada podría describirse como el patio de practica de Tarzan: la única forma de bajar era poner el pie en el barro y rezar que el siguiente árbol parara la caída. Luego de pasar muy lentamente esa sección me pareció ver una cuerda atada a un árbol y que se perdía en la distancia. Pensé: “una cuerda en medio de la selva? que curioso”. Resulta que el camino mas adelante era tan vertical que necesitábamos una ayudita!.
Livin’ la vida loca
Los siguientes kilómetros fueron una tanda de quebrada tras quebrada, cada una con un paisaje mas impresionante que el anterior. Abundaban arboles gigantes caídos, cauces de riachuelos cristalinos con pintorescas cataratas y puentes para cruzarlos (no siempre enteros).
Llegando al kilometro 18 comenzó una lluvia hizo aun mas resbaloso el terreno de bajada. Solo quedaba bajar muy concentrado en el camino. Fue en medio de esa concentración que de pronto se apareció Lobo Blanco. Iba acompañado de otro corredor que mantenía a raya a pesar de estar descalzo y que el terreno estaba resbaloso y salpicado de rocas!. Tuve el privilegio de seguirlo y filmarlo… por exactamente 30 segundos. El cansancio junto con el calor me hizo volver a la realidad.
El secreto del grip: uñas largas
Ya las primeras casas de San Roque se aparecían en el camino. El agua en la mochila se agotaba y solo pensaba en llegar al punto de hidratación principal para recargar agua y energías.
El segundo loop de la carrera comenzaba luego de cruzar el puente sobre el rio Cumbaza y subir un par de kilómetros por un camino carrozable de pendiente pronunciada. Un desvío desde el camino nos devolvió a una trocha en medio de la selva tupida. Poco tiempo después comenzaban a aparecer algunos competidores agotados pero full pilas para seguir la aventura.
20 km mas? Pan comido!
Luego de pasar por algunas plantaciones de frutas el camino se hizo empinado (suena conocido?) y lo mejor que uno podía hacer era disfrutar el paisaje y los sonidos de la selva y olvidarse del cansancio acumulado.
El kilometro 25 nos regalo la vista del pueblo de Chiriyacu sobre una meseta plana (yess!). Las fuerzas flaqueaban pero el animo de la gente y su genuino interés por la carrera y los corredores se convirtió en un elixir mas poderoso que cualquier gel con cafeína!.
Gracias Chiriyacu!. Todavía les debo unos autógrafos.
Saliendo del pueblo esperaba una larga carretera y plantaciones de maíz(?). El sol estaba en lo mas alto del horizonte y se necesitaba con urgencia refrescarse. En eso al costado del camino se aparece un poblador con un recipiente de agua! Solo al acercarme y bajar la cabeza para que vertiera agua en la nuca me percate de un machete gigante que colgaba de su cinturón. Nunca hubo un condenado a la guillotina que ofreciera su cabeza con tantas ganas!
Corriendo por mi vida
Una vez pasado el encuentro anecdótico, el trail cambió a un camino con arbustos muy crecidos a cada lado del camino. Cada golpe con las plantas depositaba muchas (muchas!I) hormigas sobre brazos y piernas. Ya que el director de la carrera tuvo la amabilidad de decirnos que podíamos morir por la picadura de cualquier bicho de la selva esto me dio un segundo aire!.
Muchas hormigas. Solo tienen que concentrarse lo suficiente.
El punto mas alto del segundo loop era un lomo de cerro angosto que dejaba ver una vista increíble en casi 360 grados. El reloj marcaba ya unos solidos 32km. Solo faltaba la ultima bajada y estaría descansando con los pies sumergidos en el rio.
El punto blanco en el centro? La meta.
Ciertamente la ruta todavía tenia secciones duras. No iba a ser tan fácil llegar a la meta. Por varios kilómetros el camino intercaló segmentos técnicos con partes suaves donde se podía recuperar tiempo. Solamente los crecientes ruidos de la selva lo sacaban a uno del estado de trance que provocaba la concentración en la bajada.
Justo cuando pensabas que te la llevarías facil…
El camino empinado desembocaba a una trocha carrozable en bajada. Normalmente hubiese sido la sección mas fácil de la carrera, pero considerando el cansancio acumulado y molestias en la planta del pie que parecían ampollas (pero que no iba a parar para comprobarlo), se hizo interminable. Fue en esa sección que me encontré con mas amigos, y los últimos kilómetros pasaron rápido en una animada conversación.
Casi en la meta
Al fin después de 8 horas apareció el puente frente a nosotros y poco mas adelante la meta. Misión cumplida! Fue una aventura única y una carrera muy dura. Solo espero que siga creciendo el interés por Amazon Race Forest año tras año y que aumenten una distancia ultra para todos los ultramasoquistas del país. Nos vemos en la próxima edición!.